lunes, 25 de mayo de 2015

Montaña rusa de la vida

Es difícil pensar que a día de hoy, las personas seamos capaces de llegar a lo más alto, ya que son muchas las trampas que nos ponen en el camino que nos lleva hasta la cima. Las oportunidades quedaron desplazas por el bajo coste, los puestos de trabajos por las becas y los puestos fijos, por una simples plantas de plástico.

Y es que vivimos en la realidad, una realidad en la que llegar a lo más alto está complicado, dónde los puestos no los consigues los que más se lo merecen sino los que menos se lo merecen, y menor esfuerzo le ha llevado conseguirlo, ya que muchos casos de este tipo, se trata de familiares.

Pero no tan solo es uno capaz de llegar a la cima de una empresa, de un puesto, de una sociedad, sino a un nivel interior de la persona consigo misma. Llegar a la cima de sentirse grande dentro de un mundo en el que cada persona es insignificante a veces, y muy grande otras veces, eso las acciones son las que lo dirán.

Un día te levantas en lo más alto, y al día siguiente estas en lo más bajo. Lo que quería tener controlado, pasa a descontrolarse, y lo que un día tenías tan claro, pasa a ser una duda de la cual no puedes salir. Pasarán los días, y seguirás con la duda en la cabeza. ¿Es necesario bajar de una situación cómoda para llegar a un punto más alto? ¿Y si una vez comienzas a bajar, no encuentras el cambio de pendiente, todo se convertirá en oscuridad?

Piensen, cualquier día puedes estar en lo más alto, y que una insignificante acción en tu vida, puede hacerte balancearse cómo si de un péndulo se tratara. Por ello, mi pregunta es:

¿Merece la pena salir de la rutina para buscar una nueva cumbre?

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