lunes, 1 de junio de 2015

Mens in corpore, corpus mentis.

¿Cuerpo o mente?
¿Pensamiento o emociones?
¿Genes o entorno?
¿instinto o aprendizaje?

Nuestra cultura occidental se ha sumido en la dualidad total, donde la verdad reside en un solo factor y la solución solo se alcanza desde una sola vía. Tendemos a separar disciplinas y crear fuertes discusiones las unas con las otras para ganar y poder decir que nuestro punto de vista es el mejor.

Nos falta capacidad de observación y de aplicación porque no hace falta irse muy lejos; podemos mirarnos al espejo y preguntarnos si solo somos la mente, o solo nuestro cuerpo. La respuesta es no. No, porque somos una unidad, porque cuerpo y mente funcionan al unísono de manera que el cuerpo influencia la mente y al mismo tiempo la mente haga funcionar (y condicione también de múltiples maneras) al cuerpo. 

Lo mismo pasa con los genes y el entorno. No somos lo que dicta nuestra genética ni lo que nuestro entorno hace de nosotros. Somos un modelado de un algo básico al que el exterior va dando forma. 

No estamos regidos por una sola fuerza, ni nuestros males dependen de un solo factor; solo depende de con que lentes se mire el mismo objeto. Poco sentido hay en intentar entender un complejo sistema solo desde un solo punto de vista, porque, nadie diría  que nuestro planeta es un planeta de agua; ni que es un planeta de roca.

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